MISIONERA FILIPENSE DE LA MONTAÑA

 

Ser Misionera Filipense  es algo muy difícil de explicar, la misión se vive, se siente en el alma, es compartir la palabra, la vida de Dios con la sonrisa siempre en una misma.

Un misionero es alguien que escucha, que apoya, que comparte sin importar las dificultades que puedan llegar a presentarse en el camino, tal vez habrá días que nos sentimos cansados pero solo de cuerpo porque en el alma estamos llenos de fe, de alegría y de amor.

Los  maravilloso es que nunca estamos solos siempre estamos con Dios, él te guía, él te levanta, él te reconforta, él lo es todo.

Este año me he sentido extraordinariamente bendecida y feliz; porque conocí a una comunidad (Ixtlahuazaca, Guerrero) y a nuevas personas quienes me dejaron formar parte de sus costumbres y tradiciones.

Las experiencias que viví son fundamentos que me ayudan a seguir creciendo como persona, poniendo en práctica lo que compartí.

Simplemente la misión se tiene que vivir para que descubras las maravillosas cosas que puedes vivir compartiendo al ser más maravilloso del mundo: DIOS.

 

Sandra Meregildo Matías

Misionera Filipense de la montaña