HILO DIRECTO CON DIOS

          Juliana Aguado, la Madre Encarnacion, acaba de cumplir cien años. La Congregación de  Religiosas Filipenses, la localidad de Carrión y su familia alaban una vida de entrega, dedicación y amor a los demás.          

          Quien conoce a «Majilla» no necesita presentación. Quien ha pasado buenos ratos escuchando las historias de la tía Julianilla sólo tiene que recordar esa sonrisa que lo dice todo. Quien ha tenido la oportunidad de compartir algún momento de su vida con la Madre Encarnación sabe que es una enciclopedia que guarda los mayores tesoros.

           Cientos de personas pueden dar fe de que detrás de esos ojos azules, ese hábito Filipense y ese gran corazón, hay una enorme belleza que ha llegado allá por donde ésta palentina ha pisado.

           Juliana Aguado Losada nació el 18 de octubre de 1912 en San Cebrián de Campos. Sus padres, Francisco  y Erundina, la educaron junto a sus seis hermanos en la fe y cultura castellana, creando raíces en la verdadera sabiduría de la vida. Estudió en la escuela del pueblo, donde disfrutó su niñez y adolescencia con la familia, destacando por su responsabilidad y sencillez.

           En abril de 1930 ingresó en el noviciado de la Congregación Filipense de Barcelona y, desde entonces, Juliana Aguado será para todos la Madre Encarnación. En Barcelona estudió la carrera administrativa y empezó a dar clases en la Escuela Profesional de San Gervasio.

           Después de seis años por tierra catalanas se trasladó a Turín (Italia), donde se licenció como maestra y ejerció en la localidad de Andezeno.

           La Madre Encarnación, siempre con su alegría y ganas de transmitir sus conocimientos, regresó a España en 1940 y desarrolló su misión educativa en los Colegios Filipenses de Barcelona, Palencia y Villagarcía de Arosa (Pontevedra).

           En 1967 llegó a Carrión de los Condes, un pueblo al que ella siempre dice que quiere con toda el alma y que, sin duda, sus gentes le deben mucho. Con su trato siempre cariñoso y cercano, ha impulsado Catequesis, grupos de Vida Ascendente, visitas a familias… y cientos de alumnos han pasado por sus clases y han recibido su enseñanza sembrada de entusiasmo por la vida, por la presencia de Dios en todos los acontecimientos.

UN SIGLO.

            Esta niña alegre, profesora ejemplar y religiosa incansable acaba de cumplir cien años. Un siglo de vitalidad, simpatía, enseñanza, ejemplaridad, familiaridad y de transmisión del mensaje de Dios por todos los rincones. El Colegio Filipense Nuestra Señora de Belén y el Ayuntamiento de Carrión de los Condes quisieron ayer dar las gracias a la Madre Encarnación por esa semilla de esperanza viva que ha dejado allá por donde ha pasado.

           Familiares, amigos, antiguos alumnos y vecinos de la localidad acompañaron a la religiosa en una celebración eucarística en la iglesia de San Andrés y, después, el alcalde carrionés le entregó una placa en reconocimiento «a todo un siglo de entrega y servicio a los demás».

          Un camino con muchos pasos

           Difícil encontrar una palabra para describirla. Sencilla, amable, tierna, alegre, recia, sonriente, inteligente, amiga, confesora, complice… Muchos son los calificativos que quienes la conocen, y son muchos, encuentran para dar su particular homenaje a esta palentina. Juliana Aguado, la Madre Encarnación, deja atrás un siglo con muchos pasos recorridos, decenas de caminos andados e innumerables senderos que otros han seguido después.

          La ruta sigue y ella continúa caminando. Son muchas las manos que ella ha tendido en estos años y hoy muchas las que quieren estrechar la suya para felicitarla. Gracias por toda una vida y gracias por ser como eres.


ESTHER MARIN
-Diario Palentino


Si pinchais en esta dirección podeis ver un video realizado por el matrimonio Paco y Belén: 
http://youtu.be/TtozMBYYkbs

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