DÍA 12: EN UNIÓN Y COMUNIÓN

«Si uno dice:, yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve»  1ª Jn 4,20

Habría que empezar matizando la diferencia entre comunión y unidad, aunque ambos términos se usan en muchas ocasiones como sinónimos.

La comunión hace más referencia al aspecto humano, a la actitud, al esfuerzo para buscar la unidad con los hermanos, etc., mientras que la unidad está apuntando más claramente hacia el contenido de la vida divina. Lo primero expresa más el elemento humano y lo segundo la gracia divina, el don recibido.

Cuando Jesús nos pide  que seamos uno como él y su padre son uno, en el fondo, está reflejando que ellos no podemos conseguir ni vivir «la unidad» por nosotros mismos, sino que se trata de un regalo que sólo el Padre puede comunicar, un don que conlleva una participación en la vida divina.

Sin embargo, los discípulos, sí que pueden poner de su parte actitudes y gestos de comunión: compartir con los demás, ayudar a los necesitados, perdonar, etc.

La comunión sería entonces la actitud humana religiosa de quien toma conciencia de su vocación al amor a Dios y a los hermanos. Mientras que la unidad es la vida divina, de la cual el hombre sólo puede participar cuando lo recibe gratuitamente como un regalo de Dios.

La división es aquello que nuestros ojos ven a nuestro alrededor y en el mundo, pero son apariencias. La unidad, en cambio, es lo que percibe nuestro ser cuando contempla el mundo y la historia con los ojos de Dios.

PETICIÓN:

Ayúdanos Señor a valorar al otro y a ponernos en su lugar. No permitas que nos constituyamos en jueces mezquinos, antes bien, enséñanos el camino para ponernos en cada momento y circunstancia en su lugar. sin olvidarnos , que en esta vida no somos más que «los demás de los demás».

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Los demás de los demás