25 AÑOS DE FIDELIDAD
«La vida se nos da, y la merecemos dándola». Hace 25 años, temblando, pero con el corazón en la mano, le dije al Señor que sí. Ha sido un SI SOSTENIDO por la gracia de El, que cada día me recuerda nuestra alianza.
Han sido muchas experiencias, lugares, rostros, corazones…todo ello me ha forjado como persona y me ha enriquecido grandemente.
Cuando inicié este camino en la Congregación de Religiosas Filipenses, lo que más me costó fue el «dejar» a mi familia, pues siempre me he sentido muy amada y valorada por ellos. Sentí que perdía algo, pero me alentaba la promesa del «ciento por uno» y a lo largo de este tiempo lo he ido constatando. Dios da mucho más de lo que pide. Puedo decir ahora con gran alegría que he ganado padres, madres, hermanas/os…¡VIDA!
Sobre todo, uno de los más grandes regalos ha sido el compartir la vida y alimentar la esperanza entre las/los hermanos más pobres, ellas y ellos me han enseñado a leer el Evangelio. Tal vez no he podido dar mucho, pero lo que he ofrecido de mí, lo he hecho de corazón.
El pasado domingo 17 de noviembre celebré en Ezequiel Montes, Querétaro, en el marco del VIII Encuentro Nacional de Familia Filipense la acción de gracias por mis 25 años de Vida Consagrada. Desde que planeamos el Encuentro, me hizo ilusión integrar ahí ésta celebración, pues vendrían laicos de los distintos lugares donde he estado destinada y sería una alegría más completa festejar con al menos con algunas personas de cada comunidad tan querida, y también manifestar en la comunidad parroquial donde ahora estoy, el testimonio de que la vida consagrada es una opción actual y que es posible permanecer en un compromiso de la mano de Dios.
Y así fue, el domingo por la tarde nos dirigimos en procesión, encabezada por la imagen de San Felipe Neri y de nuestros Fundadores Marcos y Gertrudis Castañer, caminando del Centro Cristo Obrero a la Parroquia de la Divina Providencia.
La Eucaristía la Presidieron dos grandes amigos sacerdotes: P. Mario López, amigo desde la infancia en Torreón Coah. y Fray Luis Manuel García, compañero y amigo desde hace años que coincidimos en un curso y hemos seguido cultivando la amistad y el acompañamiento. Los dos me ayudaron a renovar la ofrenda de mi vida a Dios en la Eucaristía, fortalecida por su amistad y cariño.
También estuvo presente mi familia, siempre acompañando mis pasos donde he estado y algunas otras amigas y amigos .
Después de la celebración litúrgica nos regresamos a Cristo Obrero a la convivencia que fue amenizada por un dueto de guitarras y voces que animaron el ambiente y después de la cena, que fue posible gracias a la generosidad y compartir de varias familias, pudimos convivir alegremente. Una fiesta de familia como la imaginé, Un celebrar la vida con todo y tropiezos, pues me hicieron crecer, Un dar GRACIAS porque El que me eligió nunca me dejará.
Agradezco a Dios por el don tan grande de la vocación; por mis Padres, en especial mi mamá que sembró en mi la semilla de la fe y el servicio solidario, por mi papá que me ha enseñado el sentido del humor, la sencillez y generosidad. A cada Hermana de la Congregación que me han acompañado y formado en la Vida Religiosa Filipense.
A cada persona que con su testimonio me edifican y animan en el diario caminar, desde el inicio de esta «aventura» en Torreón, San Sebastián del Sur Jalisco, en Ciudad de México, en la Montaña de Guerrero, en Ezequiel Montes Querétaro, sin duda TOD@S grandes maestros de vida y que han ido llenando mi corazón de nombres.
Sé que me falta mucho por aprender y caminar, pero estoy segura que Gertrudis y Marcos, con San Felipe seguirán llevándome de la mano hacia Jesucristo Redentor, el Señor de mi Vida, «Aquél de quien me he fiado», quien me encomienda cada día defender la alegría.
«MI ENTREGA ES POR CRISTO, CON CRISTO, EN CRISTO , A TI DIOS PADRE, Y AL SERVICIO DE MIS HERMANOS Y HERMANAS»
Hna. María del Carmen Castillo Martínez, RF
26 de Noviembre de 2019, Ezequiel Montes, Querétaro.